Hace cuatro años que los cines de España hicieron apagón. Y no porque las lámparas de los proyectores fallaran por estar muy gastadas sino porque vino un virus desde China que puso en cuarentena multitudes de industrias, incluida la del cine en general y la de la exhibición en particular. Desde entonces confinamientos, restricciones, y cuarentenas formaron parte de nuestro vocabulario habitual y condicionaron nuestra vida.

¿En el mundo del cine? Ese año 2020 la pandemia dejó unas pérdidas en la taquilla española de 446 millones de euros comparado con el ejercicio anterior, lo que suponía un descenso del 72%. Una puta barbaridad. Eso sí, las pérdidas no solo fueron económicas. Por el camino se resquebrajó un modelo de exhibición y distribución que llevaba años enquistado y que tuvo que digievolucionar a marchas forzadas en lo referente a la ventana de explotación en cines y su posterior visionado en otras plataformas.


Pero antes de ponernos a comentar el día que cerraron los cines nos sentimos en el deber de recordar cómo llegó el virus a nuestro país, los primeros cines en aplicar restricciones en Europa y los días anteriores al día que los cines cerraron en España. Hay cosas que no se deberán olvidar y nos da la sensación de que todo se ha olvidado demasiado rápido.

EL CORONAVIRUS LLEGA A ESPAÑA Y EN EUROPA SE CIERRAN CINES

El 31 de enero de 2020, mientras en nuestro país se estrenaba el drama español Adú protagonizada por Luis Tosar, el Centro Nacional de Microbiología confirmaba nuestro primer caso de coronavirus. Se trataba de un alemán que dio positivo de vacaciones en La Gomera, la segunda isla más pequeña de las islas Canarias.


Oficialmente el giro de guión no lo vimos venir, pero todos recordamos los vídeos virales de Pablo Fuente e Iker Jiménez y como semanas antes ya predijo todo viendo lo que ocurría en Italia y que contrarrestaba con aquel falso mantra de «sólo es una gripe».


A finales de Febrero el norte de Italia se paralizaba por completo cuando el virus tuvo un brote en la región de Lombardía. Ante la rápida propagación del coronavirus el Gobierno regional decretaba el cierre de cualquier lugar público y el aislamiento de más de 50.000 personas en las localidades más cercanas. Al igual que pasó en China, las calles de Milán o Cremona pasaban a ser igual de desiertas que las de 28 Días Después (2002).


Todos los cines de las cinco regiones en las que la incidencia del virus era mayor cerraban, incluyendo por supuesto una veintena de cines de la cadena Odeon, la más importante del país. Segundo palo en la rueda de la exhibición internacional después de lo de China. Para que el drama no fuera tan grande semanas más tarde la Asociación Nacional de Exhibidores de Cine se reunió con el Gobierno italiano y acordaron una serie de medidas reflejadas en su B.O.E para que los cines pudieran permanecer abiertos, como se puede ver en la imagen del Cinema Arsenale de Pisa. Unas medidas que sorprendieron a propios y extraños pero que luego fueron el camino a seguir.


“Dado que cada asiento tiene aproximadamente 60 cm de ancho, estamos dejando dos asientos vacíos a cada lado y un asiento vacío en delante y detrás. Hemos estimado que de esta manera los cines pueden funcionar al 30% de su capacidad”, comentaba Mario Lorini, presidente de ANEC, la Asociación Nacional de Exhibidores de Cine, en referencia al ejemplo que siguió aquí nuestra FECE. «Aunque es demasiado pronto para saber cuántos de nuestros asociados permanecerán abiertos y cuántos optarán por suspender las actividades», seguía diciendo. Desgraciadamente no tardó en saberlo ya que los aproximadamente 1.200 cines del país (unas 3.000 pantallas) cerraron el 8 de Marzo ante el terrible aumento de los contagios.


El virus estaba en Europa pero en nuestras tierras el 23 de febrero, el director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, aseguraba que «En España ni hay virus, ni se está transmitiendo la enfermedad ni hay casos». Sólo hacía falta ver los números para darse cuenta de que algo estaba pasando pero como en otros muchos aspectos de esta crisis del coronavirus, la cronología y la hemeroteca dejan en muy mal lugar al Gobierno de España, al ministro de Sanidad, a Fernando Simón y a su (inexistente) comité de expertos. Pero eso es otro tema.

Confiados, la maquinaria de la rueda capitalista no se detenía y obviamente tampoco la industria del cine. Aunque empezaba a tener las primeras bajas importantes. El 4 de Marzo Universal Pictures anunció que retrasaba el estreno de Sin tiempo para morir al mes de Noviembre cuando su estreno estaba previsto para el 2 de Abril. Pero claro, viendo lo que sucedía en China o Italia y ante las terribles pérdidas que podrían tener en la taquilla internacional, decidieron tomar la dura decisión de retrasarla siete meses. Sin tiempo para morir ni sin tiempo para la preventa, que estaba prevista en nuestro país para el 23 de Marzo.


A pesar del bajonazo del estreno de la nueva película de James Bond y mientras los demás se mofaban de Universal Pictures por exagerados, los estrenos seguían copando la cartelera española. Así el 6 de Marzo se estrenaron en España las últimas películas prepandemia. Diez estrenos entre los que destacaban Onward, Bloodshot o Invisibles. Tres películas que volveríamos a ver meses todavía en cartelera meses más tarde cuando los cines reabrieron durante el mes de Junio. 


En ese primer viernes de Marzo en España ya teníamos 345 casos confirmados y ocho fallecidos, pero no fue hasta la segunda semana de Marzo que nos explotó todo en la cara, o mejor dicho, en los pulmones con las consabidas neumonías bilaterales.

Empezábamos la semana con un incremento de la hostia en el que se triplicaron las muertes y los contagios en la Comunidad de Madrid (que concentraba la mitad de los contagios de toda España). Pero no hacíamos mucho, la verdad. La Organización Mundial de la Salud catalogaba al Coronavirus como pandemia mundial y mientras aquí lo combatíamos lavándonos las manos y tosiendo en el brazo.


No fue hasta unos días más tarde que el Consejo Interterritorial del Nacional de Salud, en el que participan el Ministerio de Sanidad del Gobierno de España y las Comunidades Autónomas, acordó una serie de medidas concretas para limitar la propagación y el contagio del virus en las zonas con transmisión comunitaria significativa. Esas zonas eran la Comunidad de Madrid, La Rioja y las ciudades alavesas de Vitoria y Labastida.

El 10 de marzo de 2020 el ministro Salvador Illa compareció en rueda de prensa para comentar las medidas de distanciamiento educativo, laboral y social como la suspensión de clases o la recomendación del teletrabajo. «Los datos indican un cambio de la evolución del Coronavirus. Pasamos de un escenario de contención, a contención reforzada que requiere un conjunto de medidas adicionales» 


Pero entre todas ellas hay que destacar una que afectaba directamente a los cines: “En las zonas con transmisión comunitaria significativa se suspenden las actividades colectivas celebradas en espacios cerrados y que impliquen a más de 1.000 personas. Si tienen un aforo menor al millar, podrán celebrarse si únicamente se cubre un tercio del aforo.


Para los cines de más 1.000 personas sólo afectaba a dos salas de Madrid: la sala 1 de los Cines Callao con sus 1.101 butacas y también la sala 1 del Capitol, ambos situados en la Gran Vía madrileña. La sala del Capitol, con sus 1.360 butacas, es sin lugar a dudas la sala de cine más grande de España. Muchachos del Libro Guiness, ya podéis darle la placa. Esas dos salas no pudieron abrir, pero las otras sí.


Hay que decir que si queremos encontrar el primer cine que cesó su actividad en nuestro país fue la Sala Berlanga de Madrid. La Fundación SGAE, encargada de la gestión de la sala, acordó suspender la actividad prevista entre los días 12 y 26 de marzo de 2020. Eso sí, las taquillas de la Sala Berlanga sí que estaban abiertas, al menos hasta el día 13, para atender a los usuarios y devolver el importe de las entradas que se habían comprado.


Avancemos. Tan solo 48 horas después del anuncio del Gobierno central, la Generalitat de Catalunya anunció un Consell Executiu extraordinario para confinar a la población del área de la Conca d’Òdena (Barcelona), unas 70.000 personas, tras el foco de coronavirus declarado en Igualada (Barcelona), lo que también afectaba a la propia Igualada, Vilanova del Camí, Santa Margarida de Montbui y Òdena, en la comarca de Anoia. Era la primera vez que la gente no podía ni entrar ni salir de una población del país.

La portavoz del Govern, Meritxell Budó, y los consejeros de Interior, Miquel Buch, de Educación, Josep Bargalló, y la consejera de Salut, Alba Vergés.


Además, el Departament de Salut de la Generalitat de Catalunya imponía las mismas restricciones de aforo a los más de 200 cines de la Comunidad. ¿También las de los cines de más 1.000 butacas? Sí, pero sólo afectaba a dos salas con sus respectivas plateas y anfiteatros: la sala 5 del Aribau Multicines de Barcelona con 1.166 butacas; y la sala 1 del Vigatá en Vic (Barcelona) con 1006 butacas.


Estaba claro que la cosa iba en serio. Las cadenas grandes se apresuraron a tomar medidas en sus cines para mostrar su total compromiso con las autoridades sanitarias para colaborar en todo lo posible durante esta crisis y para generar entornos seguros para que los espectadores pudieran seguir disfrutando del cine en pantalla grande. Esas primerizas medidas venían avaladas por un decálogo hecho rápidamente por la Federación de Cines de España. 


En ese decálogo se primaba la higiene de las instalaciones y equipos de trabajo, la disposición de dispensadores de gel para limpiarse las manos para todos los empleados y el aumento de la frecuencia de limpieza de baños y zonas comunes. Además, de manera voluntaria y como un compromiso del sector para incrementar las medidas de prevención se fomentaba el muy perjudicial espaciado horario de las sesiones. Y era un compromiso de los gordos. Menos sesiones implica menos money

Estábamos a 3 días del anuncio del Estado de Alarma. El asunto ya parecía menos broma.


Cinesa, por ejemplo, colgó carteles para los trabajadores y los espectadores de cómo lavarse bien las manos. Vamos, como hacía Torrente antes de tocarse sus partes íntimas a la hora de mear para evitar las excrecencias y los microorganismos microbianos de la calle. Por su parte Yelmo Cines fue de las primeras en bloquear filas y butacas alternas para garantizar una separación mínima en las salas, y otras como Grup Balaña, en Barcelona , desnumeró las salas para que la gente se sentara al menos lo más lejos posible de otras personas manteniendo el aforo permitido, que recordad era del 1/3 del total. El sentido común reinaba. Y los cines ponían su granito de arena. 


Ante este escenario, y tras el precedente de James Bond, los demás estrenos fueron cayendo del calendario como los soldados aliados en la Omaha Beach de Salvar al soldado Ryan (1998). Las distribuidoras, ya fueran pequeñas o majors, enviaron notas de prensa a los medios para avisar de los retrasos de los estrenos en las siguientes semanas. Y eso que los cines ya tenían preparadas las películas para su posible proyección.


Seguro que los recordáis: fueron Paramount con Un lugar tranquilo 2, Disney con la española Operación Camarón, la foxiana Los Nuevos Mutantes y la defenestrada Mulán de Disney , Sony con Un amigo extraordinario y Peter Rabbit 2, Warner con Pinocho y Universal, además de la de 007, haciendo un triplesalto mortal con Fast and Furious 9 que directamente sufría un retraso, no de meses, sino de un año.


Dejando la distribución, en el lado de la exhibición también hubieron propuestas que aprovecharon todo el lío del Covid19. Muy polémicas, pero buenas. Primero que ese templo del cine que es Phenomena, en Barcelona, presentó el ‘Ciclo Virus’ proyectando Estallido (1995) y Contagio (2010) con posteriores debates con especialistas.


Vale que fue a finales de Febrero de 2020 cuando en España sólo teníamos 13 contagiados por el coronavirus y Sanidad subía el nivel de riesgo de transmisión local de bajo a moderado, pero es que ahora leer el cachondeo de las mascarillas o lo del tagline  “¿VAMOS A MORIR?” provoca escalofríos. Sí que murieron, sí.


Pero la perla se la lleva Cinesa. En la primera y decisiva semana de Marzo decidieron contrarrestar la pérdida de espectadores de los últimos días con una idea irresponsable: un descuento de la hostia en las entradas. ¿Hay una pandemia y lo lógico es no salir? Venga os bajamos el precio de las entradas. Además, rizando el rizo en un combo mortal, en la promoción usaban el dibujo de un gato de la suerte chino de esos que se les mueve el brazo. CHINO. Sólo faltaba que el código a introducir hubiera sido COVID19.

UN VIERNES 13 TERRORÍFICO


Y llegó el día. El 13 de Marzo de 2020 fue un viernes fatídico. Ni Jason Voorhees, ni hostias. Ese día se cobró más víctimas en lo que a cines se refiere que el asesino de la máscara de hockey. Fue el día que muchos cines cerraron para no volver a abrir hasta meses más tarde. Y para desgracia de algunos para no hacerlo nunca más y vender los proyectores como chatarra a los Jawas del barrio.


Lo primero que ocurrió ese viernes fue que los trabajadores de los cines nos enteramos por las noticias y por los grupos de whatsapp que Yelmo Cines, la cadena de cines líder en cines y pantallas, movía ficha ante la que se nos venía encima y anunciaba que cerraba sus más de 500 complejos de todo el país. Fueron los primeros y todos los del sector FLIPAMOS.

En un comunicado emitido a mediodía por el Country Manager de Cine Yelmo, Fernando Évole, se dejaba claro el motivo del cese de su actividad: 

«Con motivo de las medidas de seguridad decretadas por el Gobierno de España para prevenir el contagio y expansión del coronavirus, Cine Yelmo suspende temporalmente sus unidades de negocio, lo que implica, irremediablemente, la interrupción provisional de toda su actividad comercial. Volveremos a ofrecer nuestros servicios en cuanto la situación vuelva a normalizarse. Por el momento, nuestra prioridad es garantizar la salud y protección de las personas, tanto de clientes como de empleados».


En ese momento se entendió el aluvión de retrasos y cancelaciones que tuvimos esa semana entre grandes y pequeñas distribuidoras y sobre todo esa mañana del 13 de Marzo. Eso sí, aunque casi todo se había retrasado hubo tres películas que resistieron como Jodie Foster y Kristen Stewart en La habitación del pánico (2002) y se estrenaron ese viernes tal y como estaba previsto. Sí, estrenos de películas cuando apenas había cines abiertos. 

  1. Chal Mera Putt 2, una película de Bollywood que se estrenó en dos cines (Filmax Gran Via 2 de Barcelona y Cinesa Mendez Álvaro de Madrid) en Hindi con subtítulos en inglés.
  2. El drama social Fahim, de la distribuidora Tripictures que llegó a 14 cines y 92 pantallas, y que nos mostraba a un Gérard Depardieu en su papel de profesor huraño.
  3. La más comercial de todas: La canción de los nombres olvidados, distribuida por Filmax con Tim Roth, Clive Owen y Catherine McCormack de protagonistas que se estrenó en 22 cines y 74 pantallas, 

Lo segundo gordo de ese viernes fue que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, se puso delante de las cámaras con el mismo impacto que Morgan Freeman en Deep Impact (1998) para dar a conocer la imposición del estado de alarma durante 15 días a partir del sábado 14 de Marzo. Tocaba estar en casa. En ese momento se habían disparado los casos en España hasta los 4.200 (casi el 50% en la Comunidad de Madrid) y teníamos 120 fallecidos; los mismos fallecidos que se ven a El fuera de la ley (1976) de Clint Eastwood. Sí, demasiado humor negro en esta dato friki, lo sabemos.


A raíz de ese anuncio empezó el goteo constante de cierres de otros cines. De cines pequeños, medianos, de salas de arte y ensayo y obviamente de otras cadenas grandes como Cinesa, Kinépolis u Ocine. A través de las redes sociales hacían el anuncio pertinente.


Eso si, no todos los cines cerraron el viernes a rebufo de Yelmo. Gracias a los datos de ComScore, compañía de medición que analiza los datos de taquilla en los cines, tenemos información MUY jugosa que no estaba disponible de manera pública. Hasta ahora.

Ese viernes 13 de marzo de 2020 abrieron mínimo 108 cines de los más de 720 que teníamos registrados en España y que recaudaron un poco menos de 16.000€, cantidad que suponía un descenso prácticamente del 100% respecto al fin de semana previo (6,0M€).  El ránking de películas de ese día estaba encabezado por dos películas que se habían estrenado la semana anterior y que en total llevaron al cine 2.674 en toda España. De mínimo, claro. Eran Bloodshot, con 470 espectadores, y Onward, con 304 entradas vendidas. 


En Comscore lo tienen todo controlado y ese día también hicieron el protocolario ranking de los cines que más facturaron. En ese caso el TOP3 estaba encabezado por el Filmax Gran Via 2 de Barcelona, el Ocimax Palma de Aficine en Palma de Mallorca y el Arenas Multicines de Grup Balaña en Barcelona. 


¿Y si ya sabíamos lo del estado de alarma para qué estaban abiertos los cines? Pues para meter a estos últimos espectadores, para ordenar los almacenes de los bares, limpiar a fondo máquinas de palomitas y sección de chuches a granel y en definitiva dejar los locales bien preparados para esos 15 días que iban a estar cerrados. Si, recordad que por entonces solo iban a estar cerrados medio mes. Qué ingenuos, coño.


Obviamente este reportaje es la puntita del iceberg. Luego vino el confinamiento, la escasez de material de protección para los sanitarios, las muertes de los más vulnerables, las reaperturas de los cines, las diferentes olas, las restricciones, las vacunas y la jodida fatiga pandémica; pero eso da para hacer un libro entero o para futuros artículos.

Para acabar esto, os dejamos fotos de algunos cines el día del cierre. Triste no, lo siguiente.